7 formas de combatir el greenwahing
Malas prácticas dentro del marketing
En marketing no todo vale, o no debería valer, por lo menos para los consumidores. Si las empresas no son capaces de distinguir entre buenas y malas prácticas, quizás sea el momento de protegernos a través de organismos oficiales o creando grupos de apoyo. Una de estas malas prácticas es el temido greenwashing del que te contamos más a lo largo de este artículo.
El pasado mes de febrero se creaba la carta “Proteger a los consumidores contra las prácticas comerciales desleales y el lavado verde”, creada en conjunto por 37 organizaciones europeas y presentada antes la Comisión Europea. Un paso más hacia la toma de conciencia y prevención de esta forma de publicidad engañosa.
Cada vez son más necesarias las campañas de concienciación enfocadas al consumidor para que conozca realmente de dónde, y de qué forma se obtiene lo que compra, dando un paso más hacia una economía más sostenible. La Unión Europea pretende que los procesos sean cada vez más circulares, limpios y fomenten el ecologismo en favor de mantener la biodiversidad de los ecosistemas. Los consumidores tenemos derecho a estar informados de forma leal y fiable de las prácticas que las empresas generan en torno a la sostenibilidad.
El término greenwashing creado por el investigador Jay Westevel, nacen en 1986 con la idea de identificar ciertas incoherencias entre el mensaje difundido y la práctica real en el sector hotelero. Al parecer, el reclamo publicitario y atractivo de la defensa del ahorro en la utilización de toallas respondían más a intereses económicos que ecológicos, aunque no era vendido así.
¿Qué es y cómo combatir el greenwashing?
Entonces podríamos decir que greenwashing es una táctica de marketing que busca lucrarse monetariamente y con un lavado de imagen corporativo a través de una práctica sostenible que finalmente no se realiza. ¿Qué debemos tener en cuenta desde el punto de vista del consumidor para combatirlo?
- Debemos tener en cuenta que etiquetas como CO2 neutro o neutro en carbono no son reales. Hay que desconfiar de productos que presuman de este tipo de titulares e investigar más acerca de su procesamiento.
- Huir también de proyectos futuros sin base, planificación, fundamento y buenas prácticas. Seguro que te suena una táctica muy extendida en el lavado verde como es: plástico 0 para 2050 o utilización de materiales únicamente sostenibles en 2030… No son fiables, ni tenemos garantías de que estos objetivos se estén cumpliendo.
- No fijarnos únicamente en el material, o en un aspecto específico de la cadena de producción de un producto. Debemos valorar el todo, ya que este aspecto puede funcionar adecuadamente, pero eso no es determinante para la actuación del resto. Tampoco el producto puede beneficiarse de la etiqueta del aspecto que esté funcionando bien de forma exclusiva. Es decir una prenda de algodón orgánico, fabricada en Bangladesh de forma masiva no es sostenible aunque esté realizada en un material que sí lo es.
- No deben promocionarse los combustibles fósiles.
- La empresa debe contar con un sistema de certificación independiente y transparente para la creación de etiquetas que hablen sobre la protección del medio ambiente. Se establecerán protocolos de control y supervisión constante.
- Etiquetas con especificaciones sobre porcentajes en las composiciones para darle al cliente una visión global. Si el producto lleva un 10% de plástico reciclado, el producto no puede tener una etiqueta de materiales reciclados refiriéndose al global.
- Evitar la obsolescencia programada, buscar productos que puedan tener una vida útil mayor y que cuenten con recambios, o formas de reparación. Favorecemos la economía circular y el mercado de la segunda oportunidad.
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